Hace 20 años, exactamente el 5 de agosto a las 21 hs. ingresaba en un coche, vendada y atada en
el negro pozo del Atlético, aquí abajo, durante 92 días conocí el horror, conviví con el miedo,
sentí el dolor, el mío y el de todos los que estábamos sobreviviendo y resistiendo, sufrí como
muchos de los que comparten hoy esta jornada la pérdida de un ser querido, pero también y es
importante destacar que a pesar de todo, del intento de los represores por quebrarnos, por
anularnos, por aniquilarnos, dentro del campo se resistía y la solidaridad, en pequeñas cosas no la
pudieron vencer, recuerdo a Teresa dándome fuerzas después de la tortura, a Anabela golpeando
la pared de mi celda cuando me sentía llorar, recuerdo la mano en el hombro de algún
compañero y con ese simple gesto cuanto nos transmitíamos, recuerdo a Cecilia, a Cacho, a Ana
María, a Paty, a Erico, al Meta, a tantos que hoy están de algún modo con nosotros, nos dejaron
su ejemplo, y su semilla se reproduce día a día a lo largo de nuestro pais, en Jujuy, en Neuquén,
Córdoba, en Tierra del Fuego, en Mar del Plata en cada lucha social nuestros 30.000 están.
Cuando era trasladado hacia su destino final, el 20 de septiembre de 1977, sin saberlo, mi primer esposo Hugo Alberto Scutari, con quien compartí treinta días dentro del Atlético, me transmitió un mensaje de vida, ese mensaje sigue acompañándome hasta hoy y estará en mí hasta el último día, "se fuerte y no me abandones" y no los he abandonado, sigo luchando por ellos mis compañeros del Atlético y por los 30.000, por su memoria, por el no olvido y por el juicio y castigo a todos los culpables.